Ya no quiere saber nada de los hombres,
aquél príncipe azul se decoloró
en un vaso de cerveza, en su eterna inmadurez,

ella está mejor soltera, dice una y otra vez.

Ya no cree en sus mentiras,

ya no volverá a caer,
huyen de los compromisos,
sólo piensan en coger.


Está harta del sexo opuesto, harta.
Es una triste Eva sin Jardín del Edén.

Está harta del sexo opuesto, harta.
Está harta, pero muerta por volver
a enamorarse otra vez... otra vez... otra vez.


Él no quiere saber nada de mujeres,
o más bien, nada serio, nada formal.

Está harto de sus celos, del delirio por comprar,
él está mejor soltero, dice amar su libertad.


Ya no aguanta sus caprichos,
ni su amor por interés,
sus complejos de gordura,

ni sus cambios cada mes.

Está harto del sexo opuesto, harto.

Es un triste Adán sin Jardín del Edén.
Está harto del sexo opuesto, harto.
Está harto, pero muerto por volver

a enamorarse otra vez... otra vez... otra vez.

Ella siempre trae una Caja de Pandora,

y el un parecido a Edipo, enamorado de mamá.
Y detrás de cada Marilyn, siempre hay una Norma Jean,
el que fue una vez Don Juan, va a quedarse siempre así.


Mientras tanto el mundo
sigue dando vueltas sin control,

y en la guerra de los sexos,
nadie salva el corazón.


Están hartos del sexo opuesto, hartos.
Son Adán y Eva sin Jardín del Edén.
Están hartos del sexo opuesto, hartos.

Están hartos, pero muertos por volver
a enamorarse otra vez... otra vez... otra vez...
otra vez... otra vez.