Amanece que no es poco
sobre la Franja de Gaza.
El estruendo de los tanques

hace despertarse a Yaiza
que tras la ventana observa,
visiblemente asustada,

decenas de cadáveres
que en sangre las calles bañan
como cada mañana.

Apenas cuenta doce años
y ya Israel le ha enseñado
la muerte y su significado;

en una inocencia robada
donde antes que regalos,
granadas y goma 2

sujetaba entre sus manos.
Esta noche a vuelto a soñar
con su difunto padre

-brutalmente asesinado
por los sionistas cobardes-,
acusado

de presunto terrorista.
Un adecuado pretexto
para perderle de vista.

Aunque su madre le miente,
tratando de ocultárselo,
diciéndole que está en Europa

a causa de su trabajo
desde entonces sólo sueña
con pronto vengar su muerte

y ver a esos asesinos
correr esa misma suerte.


El sol se oculta en el ocaso
y la oscuridad es eterna.
Sollozos, gritos,

sirenas en los cielos truenan;
madres lloran a sus hijos,
hijos lloran a sus madres,

y los más desesperados
ya solo esperan que los maten;
lágrimas en aislamiento;

ciudadanos torturados;
niños que no pueden serlo
perseguidos a diario;

decenas de cadáveres
a los que Israel asesina;
porque lo que antes era Auschwitz

es ahora Palestina.

Los tanques abandonan Gaza

y el barrio se queda en calma.
No por mucho tiempo
pero más vale eso que nada.

Dejando a su espalda
una estela de casas
y decenas de familias

palestinas destrozadas.
Falta poco para la hora
en que comienzan las clases,

y entre los ahogados gritos
y llantos de sus semejantes,
Yaiza sale a la calle,

pero toma otro camino.
En su mochila almacena
dinamita en vez de libros.

Ha llegado al fin el día en que
su padre será vengado.
Mira al cielo. Sonríe.

¡Pronto estará a su lado!,
piensa mientras ruega a Allah
consciente de sus actos.

Ya no tiene miedo
aunque el final ha llegado.
Apenas unos segundos.

El terror en Israel se cierne.
Sobre Tel Aviv
en forma de sangre llueve.
Yaiza no es la primera
ni tampoco será la última.

Palestina siempre unida
en esta sempiterna lucha.

El sol se oculta en el ocaso
y la oscuridad es eterna.

Sollozos, gritos,
sirenas en los cielos truenan;
madres lloran a sus hijos,
hijos lloran a sus madres,
y los más desesperados

ya solo esperan que los maten;
lágrimas en aislamiento;
ciudadanos torturados;
niños que no pueden serlo
perseguidos a diario;

decenas de cadáveres
a los que Israel asesina;
porque lo que antes era Auschwitz
es ahora Palestina.